sábado, 17 de diciembre de 2011

Equipaje

Aquel que quiere viajar feliz, debe viajar ligero
Antoine de Saint-Exupéry

Al margen de nuestro peso, llevamos en la espalda una mochila mucho más pesada, tan pesada que ni se puede medir en kilos. Es la mochila de lo que somos, fuimos y quisimos ser. Nuestros sueños, frustraciones, pasado, experiencias, lo que otros quisieron que fuéramos y también nuestras victorias, esperanzas; todo está ahí, sobre la espalda. Todos tienen una historia que contar; no tiene que extrañar entonces que algunos la lleven trotando y otros la arrastren (o mejor dicho, se arrastren con la carga encima).
Y ahí, aunque a veces se nos olvide un poco de lo que tenemos en el bolso de viaje, todo está acechando, listo para saltar en cualquier momento y venir a la memoria, listo para aplastarnos y sepultarnos en la voracidad del movimiento (o quizás para empujarnos fuera de tiempos obscuros y sacarnos del pozo, por qué no, todo está en la mochila). Sueños que no llegaron a puerto luego de mucho remar o simplemente malos recuerdos son suficientes para hacer que alguien se esconda entre botellas y blues por tiempo indeterminado. Lo curioso es que, si uno lo piensa, a menudo parece carecer de sentido estar abajo por cuestiones viejas, pero lo que está punzando -tanto o más- que esas memorias es la duda... la filosa duda de si todo estaría en un lugar mejor de haber resultado las cosas de otra manera, si un simple error casual hubiera sido omitido de la secuencia, ¿Sería todo igual? ¿Me hubiera ahorrado tantos pesares, dolería esto todavía? Pero es la puta duda de que el circuito nunca se cerró como estaba planeado fríamente, ¿hubiera resultado? Igualmente insoportable es cuando lo que no se sabe es qué ocurrió verdaderamene, dónde estuvo el desliz. Se pueden pasar años discutiéndolo con almohadas y pianos, son sólo conjeturas, no va a mejorar.
Y ahí está el equipaje, más fiel que la sombra, noche y día encima nuestro. Si se ha de aceptar a alguien es obligación agarrarle las maletas para hacerlo pasar, sino no ha de durar mucho tiempo más allá de nuestro pesar...
Más de una vez dan ganas de irse a cualquier lado y dejar todo ese peso muerto en cualquier esquina, pero no hay vuelta que darle, las valijas están siempre hechas viajando con uno. Por ahí sirven para parárseles encima y llegar más alto, quien te dice.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Lavada de Cara

Back to the USSR-The Beatles

Si, después de varios meses volví con ganas de patear el tablero. Voy a cambiarle un par de cosas a este blog a ver si me vuelve a enamorar. No creo que sea horrible, pero no me gustaba para donde estaba yendo, puede ser mucho mejor. Entonces cierro así una etapa de casi un año para intentar abrir otra con varias diferencias y algunas similitudes -de última sigue escribiendo Angyouma-.
Creo que lo estuve manteniendo con muy poca frescura, manteniendo los posts encerrados dentro de un marco y un esquema que me aburrió, así también como lo estuve pensando; como si tuviera alguna suerte "obligación" de que escribir regularmente. Bueno, veré que sale de ahora en adelante, a ver si revive. Más vale intentar hacer algo y tener un resultado bastante incierto que no hacer nada y saber el resultado de antemano.
Jungla, levántate y anda


jueves, 28 de julio de 2011

Picado

Hey you, don't tell me there's no hope at all
Together we stand, divided we fall

Hey You-Pink Floyd


El fútbol es pasión, incluso (quizás "especialmente" sería mejor palabra) en partidos entre amigos, cuando no se juega por nada tangible. ¿Qué es lo que motiva a dejar todo en el cuadrilátero por un partido entre troncos en el que ni se juega por la coca? Algunos dicen que se trata de una cuestión de honor, ser superior al adversario partiendo desde una paridad en las condiciones del partido. Irse de la cancha sin ningún reproche para hacerse, habiendo dado lo mejor de uno. Otros señalan que se trata de una cuestión de orgullo; se quiere ganar para no perder, básicamente, para golpearse el pecho indicando quien es el que ganó. Otro menos individualista dirá que se juega por el equipo.

Sin duda estos factores influyen y son la base de la competencia deportiva. Es la pasión por el fútbol mismo el motivo por el que se hace el esfuerzo, uno de los motores de esas motivaciones; a nadie que le guste el fútbol puede ser totalmente indiferente a ganar o perder un partido. Se tiene que conseguir un resultado positivo porque esa es la esencia del juego, sin eso no hay fútbol; no hay deporte. Cuando termine el partido todos pueden ir a comer un asado y mirarse a los ojos sin rencores, pero en la cancha el objetivo es claro, y todos deben empujar para alcanzarlo, motivaciones no les deberían faltar. También parte de la diversión del juego reside en que el partido sea atractivo, bien jugado.

Si alguien decide iniciar Taekwondo y se deja pegar, o pretende correr una carrera y le es indiferente la posición en la que se ubica al finalizar, evidentemente no hay pelea o carrera, si no se da lo mejor de cada uno difícilmente pueda tener sentido empezar ese partido o esa carrera... se puede jugar a boludear, ¿Por qué no?, pero al que le guste el deporte con la competencia que este conlleva considerará -yo creo que con justicia- “obsceno” que a eso se lo llame fútbol; puede tener reglas similares, pero no lo es en tanto no se juegue con amor al juego, ahí nace el sentido de esos picados, jugados con total lealtad al juego y al adversario, pero en forma encarnizada; sin violencia, pero con total vehemencia (lo que no excluye que se tiren ciertos lujos, que también hacen no sólo a la estética, sino a los recursos del deporte en sí).

Ahora; cualquiera que viva la actividad deportiva como describí arriba podrá entender lo que refiero, y deberá saber que hay personas que no comparten esa visión. Más de una vez escuchó frases como “No es la final del mundo”, “Es sólo un partido”. De eso se trata, es un partido, y la gracia del mismo reside en que el equipo logre cierto funcionamiento y que pueda superar la adversidad, si no se puede llegar a un acuerdo en este punto el trabajo en equipo habrá fracasado de antemano. No se necesitan muchos de estos “antideporte” para que el partido se hunda en lo más profundo del océano de la mediocridad, con marcas ligeras y avances puramente individuales.


Ese es el problema: con el “boicot” de pocos. el empuje del resto y su voluntad de trabajo en equipo se diluyen con facilidad; se rompe la cadena de engranajes y se empieza a hacer agua. La indiferencia de algunos acaba por diezmar el trabajo de muchos, algo que no se debe permitir. Cuando existe un equipo ningún eslabón de la cadena es prescindible, por eso -victoria o derrota- el resultado es del equipo. El esfuerzo en conjunto por una causa, para el que lo sabe apreciar, es algo sencillamente mágico, aún más cuando este da frutos; tiene que estimularse, no al revés. Cuando uno sólo hace el trabajo de varios, hablar de equipo es hipocresía.

No es que aquella mentalidad cómoda y cansina esté “mal” en sí (no debería poder decirlo basándome en pareceres); está mal en contexto, es egoista para con los que dependen de ella y están moviendo cada célula de su cuerpo por la victoria, más allá del lugar en el que les toque apoyar, por eso no se puede aceptar que el movimiento de todos sea carneado por unos pocos.

Entonces, cuando estés jugando un picado y uno empiece a ir para atrás (si es malo no tiene la culpa, si no entiende el concepto de grupo sí) dedicale un grito o dos, no importa mucho lo que te conteste; muchos disfrutarían poder aprovechar su lugar y poner su hombro para que las cosas salgan mejor; es obligación del que está adentro jugar por el trabajo de los que están adentro, el deseo de los que quedan afuera y, obviamente, por el partido, que es a fin de cuentas el objetivo de todos.



La imagen fue tomada del blog http://www.dosisdiarias.com/ de Alberto Montt

domingo, 17 de julio de 2011

En la Jungla

Everything is broken

Bob Dylan


Cuando creé el blog tenía la intención de usarlo para, por un lado, compartir lo que estoy pensando en cierto momento, y por otro para descargarme. A esto vine. También, al empezar el blog, dudé un rato acerca del nombre en que ponerle; finalmente me decidí por “La Jungla” por la canción “Welcome to the Jungle” de los Guns n' Roses porque de eso se trata la sociedad, de una jungla, de un todo vale en el que las personas se sacan los ojos con sus vecinos en la misma situación sin poner en duda las reglas del juego ni a quien benefician.

La moral no corre en ningún lado, todo es ventajismo y eso es lo que me rompe las bolas, porque sin los códigos éticos como la base de la sociedad no hay reglamentación que aguante. Que se reprima (entre otras cosas) a los que se van de los códigos evidencia que hay otro problema, EL problema, en realidad : que hay gente dispuesta a cagarse en lo convenido, y acá no estoy hablando de nada muy raro, me refiero a los códigos básicos, el respeto por el otro, por lo justo, por “lo correcto”. No quiero ahondar en filosofía, porque no me interesa y además no sé si me da el cuero, pero lo que si sé es que todo el mundo tiene una noción al menos aproximada de lo correcto, de lo que debería hacer, y que muy a menudo está muy pisoteada.

Mi intención -al elegir el título- era (y es) básicamente criticar el sistema en el que estamos sumidos que propicia esto y saca provecho -ojo, que desprecie el sistema establecido, que el “vale todo” al que la mayoría de las personas se ven forzadas no me parezca civilización, no significa que crea que haya una alternativa muy superadora a la vista inmediata-, y este sistema sienta sus bases, genera y se retroalimenta, como dije, en la mentalidad de la gente, que explícita o ímplicitamente lo apoya, por acción, por omisión o por ambas.

Evidentemente, todos formamos parte de esto en mayor o menor medida, no hay muchas más opciones que la jungla y desde que nos críamos acá heredamos al menos en parte esos defectos. Pero este círculo vicioso no es fácil de romper, porque está encajado bien profundo en la sociedad; se tolera todo el tiempo. Estamos acostumbrados al desastre y apenas si arquemos las cejas ante un nuevo ejemplo de barbarie (de un par, de un estado, de una organización). En la guerra contamos números, en la pobreza estadísticas, y las mentiras de los medios de comunicación no parecen algo relevante. Pero como ya dije, eso es actuar por omisión, pero desde nuestro lugar participamos activamente de esas distintas cosas y fomentamos ese ventajismo, viviendo para sobrevivir por arriba de los que se encuentran en la misma línea media, al costo que sea.

El principio de ese rechazo por lo que se debería hacer de acuerdo a la moral yo creo que tiene su principal pilar en la soberbia (parcialmente natural en la persona, y parcialmente incitada). La persona soberbia, como es obvio, se cree más que el resto. A partir de ahí “merece” más y se puede dar el lujo de hacer lo que se le canta prácticamente, pasando por arriba de quienes y cuántos sean, porque lo importante son ellos al fin y al cabo. Es también el origen de la intolerancia, otro “tesoro” de la caja de Pandora. Consecuencia obligada de todo esto es la segregación; “Dividir y vencer” reza la vieja frase, y el concepto se mantiene intacto; los que les conviene toda esta basura son pocos, pero no faltan, siempre hay alguien arriba de la pirámide sacando provecho de los que se pelean a muerte abajo por las migas de lo que quedó.

Si me pongo a enumerar todos los males que salen de acá pierdo el tiempo, lector, abra las noticias que quiera del lugar del mundo que más le guste. Va a encontrar gente cagando gente, gente despreciando lo que le es extraño, personas construyendo muros, algunos pocos gorditos en base a muchos muy flaquitos, etc.

Y acá llega lo que me motiva a escribir con más bronca que otra cosa; ¿Para qué?¿Cual es el objetivo de tanto egoísmo y avaricia?¿Cuándo es suficiente?¿Por qué abajo somos tan pelotudos de seguir ese juego vacío en vez de tirar para el mismo lado?¿Cómo se deja de jugar ese juego?

Probablemente mi momento de vehemencia me va a hacer sacar conclusiones apresuradas, quizás lo que ya escribí sea algo apresurado (igual no tengo dudas de que la esencia va de la mano con cualquier estado que pueda tener), pero el vale todo me hartó, no se puede vivir pisando gente para zafar uno. No pueden vivir pisándolo a uno para zafar otros, y mucho menos que haya terceros que les convenga la “carrera de ratas”. Va siendo hora de que reevaluemos nuestras prioridades y valoricemos lo que tan orgullosos llamamos “valores” pero que no tenemos.

Probablemente la mayoría de los que lean esto van a pensar que son boludeces ingenuas de un pendejo; yo creo que es posible, pero más posible veo que esas mismas personas hayan dejado de lado cualquier esperanza de que las cosas sean como tienen que ser por lógica, justas. Al fin y al cabo se resignaron a ser cómplices de esta misma mierda.